Alaska, tierra indómita y emocionante, enaltece sus raíces indígenas, su herencia rusa y la huella de la fiebre del oro, mientras sus comunidades actuales siguen escribiendo una historia de admirable resiliencia. Las culturas nativas ejercen una gran influencia en la forma de vida de Alaska, desde los nombres de los ríos, las montañas y los bosques hasta el arte y la arquitectura de las ciudades modernas. Conoceremos la importancia de los tótems, admiraremos los bailes ceremoniales y descubriremos una forma de vida construida en torno a la preservación consciente de la naturaleza.

La pesca, la ganadería y el forrajeo dan lugar a un paisaje culinario que resalta algunos de los alimentos más puros y sostenibles que existen en el planeta. Disfrute del cangrejo dungeness y la cerveza artesanal de Ketchikan; de la salsa de algas y los tacos de reno en Juneau; de los camarones moteados en Sitka; y de la carne de caza en Skagway. Las morillas y los frutos rojos se combinan con salmón rojo, bacalao negro, vieiras y ostras. Desde la Columbia Británica hasta las lejanas islas Aleutianas, cada elaboración culinaria se deja llevar por el ritmo de las estaciones y los ingredientes más frescos de la temporada.

Alaska ofrece uno de los paisajes más dinámicos del mundo, donde las flores silvestres nacen sobre un fondo de montañas nevadas y glaciares, y los frailecillos y las ballenas compiten con los delfines y las focas por acaparar la atención. Escuche cómo el hielo se desplaza en el glaciar Mendenhall, explore los exuberantes paisajes del bosque nacional Tongass, o admire los glaciares Valdez, Columbia y Worthington al llegar al estrecho del Príncipe Guillermo. Contemple la naturaleza en su máximo esplendor en el santuario de osos grizzly de Prince Rupert o admire las ballenas jorobadas cruzando el Pasaje Interior. Navegue por fiordos vírgenes o ascienda en tranvía para ver Juneau desde lo más alto.

La historia de Alaska abarca más de 10 000 años, desde el legado de los pueblos indígenas tlingit, haida y tsimshian hasta los asentamientos rusos y los acontecimientos bélicos. Los imponentes tótems, los cantos y danzas rituales, así como las iglesias de cúpulas bulbosas reflejan cada una de las eras pasadas. Ya sea en barco, en tren o a pie, exploraremos el arte y las tradiciones de Alaska, vestigios de la Segunda Guerra Mundial y cautivadores museos y galerías que atesoran valiosos objetos y recuerdos.

La vida en la Última Frontera gira en torno a la naturaleza, donde la comunidad vive en armonía con el entorno natural y cree que todos los seres vivos son sagrados y están interconectados. Es un santuario donde el tiempo se ralentiza, donde las estaciones marcan el ritmo. Tanto los pueblos remotos como las ciudades modernas están inmersos en un paisaje forjado por la tundra ártica y enormes ríos y fiordos, donde actividades como el senderismo, el trineo tirado por perros, el esquí y la navegación nos conectan de manera auténtica con la madre naturaleza.